14 febrero - Amoríos y otros enemigos cercanos.

En este día no faltan los post tiernos y mullidos, y así ha de ser.

Pero hoy, como otro cualquier día, también nos hemos levantado con sucesos destripantes.
Dicen que el amor pasional y el odio estimulan la misma parte cerebral, es decir, se descubre que ese paso que había entre uno y otro ni siquiera existe. Es una teoría en la que creo firmemente, como ésa que dice que si muchas de las personas que matan no tuvieran de nuevo la libre oportunidad de hacerlo las muertes no serían tantas. Tan frío como una aplicación matemática.

¿Es incompatible creer en ambas teorías? No tiene por qué, podemos intentar entender por qué suceden las cosas, perdonar el oscuro corazón del hombre si así lo necesitamos, pero no debemos entender NUNCA que no se apliquen soluciones cuando están a la vista de todos. El dolor que causa la muerte de un hijo, y más siendo aún un menor, es un dolor que debe pertenecer a otro mundo, ¿por qué no se evita a toda costa? ¿Por qué no se ha convertido en prioridad universal la protección del menor? ¿Por qué nos hemos acostumbrado a combinar en la sobremesa la pederastia con la violencia de género en cada cambio de plato? Si nadie va a hacer nada, sólo queda esperar a que algún día alguien acepte ser tu enemigo; una vez aceptada la solicitud, que acabe compartiendo contigo mesa o catre es sólo cuestión de tiempo.


Dios bendiga a M.a.r.t.a.

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