Más lento que una tortuga
¿Habría forma de que vieran que precisamente eso que más les incomoda, el hecho de que no cuenten con categoría humana, es una de las cosas que los hacen más que peculiares?
A veces temo entrar en las redes y encontrarme otra imagen que me deje K.O. He intentado tragarme filosofías distintas para que afecte menos, pero no funciona el cuento relativizador..., siempre llego a la misma duda simple y traducible a los siete mil idiomas: ¿cómo puede haber tanto joputa suelto?
Sin leyes ni políticas sociales que amparen totalmente a los seres humanos más desprotegidos como niños, enfermos, ancianos, no podemos esperar demasiado de la cobertura hacia los ultimísimos de la fila.
Derechos humanos y proteccionismo animal no sólo no se obstaculizan sino que, muy al contrario, van de la mano.
Progresan conjuntamente a pesar de que a los miserables se les llene la boca de derechos humanos como tapadera para justificar el irracional odio hacia los sin razón.
Si a través de política y leyes se avanza más lento que una tortuga, entonces para ir más allá, para darle brío a la tortuga, hay que volver a empezar. Hay que colocarla en la casilla de salida.
Empezar por la base, desaprender a construir humanos cateados en compasión. Reforzar la educación y la empatía con el mundo (en toda su fascinante extensión) debería ser parte de cada una de las asignaturas obligatorias.
Yo mientras tanto debo procurar que mi alumno no suspenda el examen de matemáticas, lengua o lo que se tercie, que para eso su padre me paga.
Mientras me pregunto si en un futuro no tan lejano, aparte de recordar una ecuación de tercer grado, esa misma cabecita será capaz de calcular el valor de la compasión, resolución de un tipo de ecuaciones que no se enseñan precisamente por todo lo que se descubre al igualarnos.