Castillos de Cartón (Almudena Grandes)
Nunca me ha interesado ver películas basadas en libros que he leído, y mucho menos de lecturas que me han apasionado. Por ello evitaría asistir a una peli de esa obra que tanto disfruté de Almudena Grandes llamada EL CORAZÓN HELADO.
Por la misma razón decidí ver CASTILLOS DE CARTÓN, una adaptación a una obra de esta misma autora.
Mis impresiones sobre la película son las impresiones de alguien que no ha leído el argumento original, de haberlo leído es posible que la peli me horrorizara. Pero, muy al contrario, aquello que vi me pareció exquisito.
Llegados a este punto, que no sé exactamente qué punto es, la mayoría deberíamos saber que, junto a las corporaciones xD, el sexo es uno de los pocos poderes realmente dominantes, el único que es buscado o denigrado sin descanso, pero siempre presente.
Que aún no veamos el sexo como algo tan natural como banal es la razón por la que la mayoría de obras que quieren venderse utilizan las relaciones, los sentimientos y la complejidad emocional para tener una excusa a la hora de ofrecer mingas, tetas, culos y sus escasas pero dicharacheras combinaciones.
Se hacen estupendas películas con estos anzuelos. Es lícito, hay que vender todo el conjunto aunque una parte siempre lleve el mismo truco.
Existe otro tipo de cine que hace todo lo contario, sin cortarse ni un pelo púbico desea fervientemente empalmarte el corazón, y con una arriesgadísima naturalidad, utiliza el sexo para excitarte emocionalmente.
"Castillos de cartón" no es esa peli porno que algún despistado decidió ver entera para ver si al final se casaban, pero en algo se le parece, y es que, como en tales películas aunque por razones diferentes, estos castillos tampoco necesitan verse hasta el final. De hecho es mejor si no se llega a él.
Pues no es una historia completa, es un sentimiento, o tal vez sólo una sensación, pero capaz de revelar la calidez oculta en una simple y fría fórmula matemática: si uno + uno puede ser igual a felicidad doble, 1+1+1 puede ser felicidad triplicada.
En la línea de la estadounidense "Threesome" es una película para estar dispuesto a aceptar que la felicidad es tan posible como inesperada. Que demasiadas veces está en un lugar donde no nos atreveríamos a buscar, un lugar donde los prejuicios son ridículos parásitos que no tienen donde agarrarse, un espacio confiado, resguardado por seres que se aman hablando poco y mirándose mucho a los ojos, que es en definitva la mejor manera de confiar al otro tus miedos.
A veces en la habitación de la felicidad hay sólo dos.
Otras veces se ha necesitado más que eso.