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Raquel Bermúdez
PIPO
El perro de mi amiga Irene ha muerto. PiPo.
A ambos los conocí cuando Irene era pequeña, durante unos años iba a su casa a darle clases particulares. Es hija única, mientras sus padres trabajaban pasábamos la tarde los tres solos dando clase en la salita: Irene, Pipo y yo. A Pipo nunca le gustaron las visitas, había mordido varias veces, por lo que había que apartarlo cuando se recibía a alguien, incluso familiares. No sé si supe ganármelo o simplemente me vio un reto demasiado fácil xD, pero nunca tuvimos problemas.
Fueron años especiales, había acabado una nausea-relación (para no variar) y me encontraba very lost in translation... Irene nunca supo lo importantísimo que fue tener a alguien tan inocente a mi lado, hablábamos de todo, poníamos música al acabar las clases o, cuando acabábamos muy cansadas de preparar exámenes, me dejaba hipnotizar observando cómo Irene acercaba sus ojos a Pipo hablándole en un tono con el que quedar los tres absortos. Siempre recordaré esas escenas, la pequeña Ire arrodillada y chafando las orejas ya por sí aplastadas de su cocker, mirándolo seriamente a un par de cm, haciéndose la enfadada por la peculiar personalidad de su perro, al instante me miraba y se reía jugando a despistarnos en sus intenciones. Otras veces mantenía su mirada fija mucho más tiempo, se olvidaba de mí y se adentraba perdiéndose en él, juraría que se preguntaba quién eres y por qué te quiero tanto si no dices bien ni una sola palabra..., acababa con un abrazo.
Creo que Irene no recuerda del todo la unión tan fortísima que tenía con Pipo siendo pequeña. Para mí fue un regalo ser testigo de la relación íntima de los dos seres más dignos de esta bola-loca que parece ser nos sostiene: un niño y un perro.
No voy a recordarte todo esto cuando nos veamos esta tarde, aquí lo tienes para cuando lo necesites.
Y para que todo el mundo sepa la suerte que tuve de conoceros en el momento justo, para decirte de nuevo que te quiero y que aquí sigo para continuar jugando al despiste, al enfado, a las miradas en trance y a lo que nos dejen las circunstancias; para ir de nuevo al cine, como aquella vez que te llevé a ver "Una mente maravillosa" y saliste con tu minúscula carita alucinando en colores, me lo recordaste diez años después y mira qué casualidad que vas para psicóloga xD
Poco más, cariño, espero esta tarde poder hacerte reír.
Hasta AHORA.
CARTA A IRENE CAPILLA GALLARDO
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