Mariló Montero: presentadora de una ignorancia perfecta para confundir a millones de espectadores
Ella es una de tantos que atacan a los más inocentes escudándose en la tradición y en la buena vida del animal antes de ser asesinado bajo tortura aplaudida, presentó la barbarie en una televisión pública con un entusiasta "esto es algo maravilloso".
Esta amante de la tradición parece olvidar que hasta no hace mucho era de lo más tradicional que una mujer, si se atrevía a tener la milésima parte de libertad que ella tiene (no digamos ya libertad sexual), acababa quemada en la hoguera por bruja expuesta a todo el que quisiera celebrar la darkparty. O esta mujer es jodidamente ignorante o le pone muy cachonda imaginar que es apedreada, lanceada y/o quemada.
"El toro vive de putamadre antes de su calvario, ya quisieran muchos humanos vivir así." Dicen todos los de la Calaña-Mariló.
Por muy bien que viva el toro, éste no siente que esto sea excepcional ni algo por lo que rezar cada noche y dar las gracias, pues en nuestra naturaleza está sentir la felicidad y la paz como un estado natural y en armonía con lo que nos rodea, y todo lo que desequilibra ese estado es lo que altera nuestro sistema nervioso. Lo que el toro siente, más que nada, es el infierno de su final. Eso sin contar con que pueda intuirlo mucho antes, tal como intuyen muchos animales la llegada de una catástrofe; porque el mundo del animal está lleno de un misterio que no estamos dispuestos a reconocer que ignoramos, superioridad humana obliga.
En un mundo cuyo movimiento de traslación y rotación ya está guiado por los intereses económicos y de posicionamiento social, donde la mayoría ejerce de comebolis a jornada completa y ni siquiera se plantean el dolor de una criatura inocente con tal de no perder un solo contacto que pueda facilitarle la travesía en un presente o en un futuro; cuando este rastrero miedo disfrazado de interés por la extinción de una raza, es lo que predomina en los personajes más mediáticos, es de celebrar por todo lo alto que cualquier auténtico artista se posicione a favor del indefenso que no puede pronunciar su dolor, pero lo llora, lo grita y lo transmite en cada movimiento. Ese posicionamiento, esa valentía, esa celebración de la vida, es para nosotros realmente, en una nueva era, LA FIESTA NACIONAL.
Pero mientras que la nueva fiesta nacional no se afiance hay que seguir escuchando declaraciones como las del alcalde de tordesillas: "El toro siente dolor, pero no sufre".
Debemos entonces entender que los animales cuentan con un sistema nervioso de última generación, vienen de Another Planet, y sólo lloran, se esconden traumatizados y se retuercen de desesperación por puro teatro, unas simulaciones que les permiten integrarse entre los terrícolas y hacen que sus superpoderes pasen desapercibidos.
Tener palabras para tanto zumbadete, no es fácil, son muchos. Intentaremos encontrar modos de expresar nuestro dolor hasta debajo de las piedras, las que de verdad no sienten.
Esta amante de la tradición parece olvidar que hasta no hace mucho era de lo más tradicional que una mujer, si se atrevía a tener la milésima parte de libertad que ella tiene (no digamos ya libertad sexual), acababa quemada en la hoguera por bruja expuesta a todo el que quisiera celebrar la darkparty. O esta mujer es jodidamente ignorante o le pone muy cachonda imaginar que es apedreada, lanceada y/o quemada.
"El toro vive de putamadre antes de su calvario, ya quisieran muchos humanos vivir así." Dicen todos los de la Calaña-Mariló.
Por muy bien que viva el toro, éste no siente que esto sea excepcional ni algo por lo que rezar cada noche y dar las gracias, pues en nuestra naturaleza está sentir la felicidad y la paz como un estado natural y en armonía con lo que nos rodea, y todo lo que desequilibra ese estado es lo que altera nuestro sistema nervioso. Lo que el toro siente, más que nada, es el infierno de su final. Eso sin contar con que pueda intuirlo mucho antes, tal como intuyen muchos animales la llegada de una catástrofe; porque el mundo del animal está lleno de un misterio que no estamos dispuestos a reconocer que ignoramos, superioridad humana obliga.
En un mundo cuyo movimiento de traslación y rotación ya está guiado por los intereses económicos y de posicionamiento social, donde la mayoría ejerce de comebolis a jornada completa y ni siquiera se plantean el dolor de una criatura inocente con tal de no perder un solo contacto que pueda facilitarle la travesía en un presente o en un futuro; cuando este rastrero miedo disfrazado de interés por la extinción de una raza, es lo que predomina en los personajes más mediáticos, es de celebrar por todo lo alto que cualquier auténtico artista se posicione a favor del indefenso que no puede pronunciar su dolor, pero lo llora, lo grita y lo transmite en cada movimiento. Ese posicionamiento, esa valentía, esa celebración de la vida, es para nosotros realmente, en una nueva era, LA FIESTA NACIONAL.
Pero mientras que la nueva fiesta nacional no se afiance hay que seguir escuchando declaraciones como las del alcalde de tordesillas: "El toro siente dolor, pero no sufre".
Debemos entonces entender que los animales cuentan con un sistema nervioso de última generación, vienen de Another Planet, y sólo lloran, se esconden traumatizados y se retuercen de desesperación por puro teatro, unas simulaciones que les permiten integrarse entre los terrícolas y hacen que sus superpoderes pasen desapercibidos.
Tener palabras para tanto zumbadete, no es fácil, son muchos. Intentaremos encontrar modos de expresar nuestro dolor hasta debajo de las piedras, las que de verdad no sienten.
Raquel Bermúdez González
LaRakela.com 2013