Diario incierto - III
Cada uno de nosotros hemos de enterrar a nuestros padres, es uno de los acordes m谩s naturales a los que
Las consultas son r谩pidas, un viaje astral del que Esther despierta con al menos 7´5 dudas existenciales intercambiables, una siempre es fija: ¿estuve ah铆 realmente?
Padre e hijos se van a comer fuera y a hablar de todo menos de c谩ncer, les encantar铆a que se hubiera convertido en un tema tab煤, pero hab铆an hablado ya tanto en el 煤ltimo a帽o, estaban sumidos en una preocupaci贸n y tristeza tan aburrida, que el tema hab铆a acabado siendo un tost贸n irresecable. Para poder hacerlo ameno le hab铆an puesto veinte cachondos apodos diferentes, pero ni con 茅sas.
Sin poder conducir y en su costumbre de no pedir favores, en su psic贸tica autosuficiencia, Enrique cogi贸 un autob煤s y se fue a la playa casi tan contento como la casta帽uela, la copa de vino permitida por el doctor y por el sentido com煤n facilit贸 la necesaria fluidez de ese 谩nimo. La justa medida es lo que nos permite seguir avanzando con dignidad, y cualquier droga puede ser muy digna si se acierta en esa justa medida. Menos una de las m谩s dura y absurdas: el tabaco.
Esther no bebi贸 en la comida, pidi贸 un Aquarius fresquito. Estaba rota, y disfrutar de una buena cerveza comiendo le hubiera sabido a celebraci贸n rid铆cula. Pues era uno de sus placeres semanales, no ten铆a por qu茅 ser en finde, cualquier momento era bueno para tomarse un par de ca帽as siempre que no se convirtiera en otra vac铆a costumbre diaria.
Esa comida no era un buen momento para relajarse, necesitaba procesar de manera consciente el peligro para poder ser luego fuerte, la evasi贸n por la evasi贸n era despreciable.
Se reserv贸 el buen trago, tal vez tuviera que tomarlo para evitar la ansiedad cuando acompa帽ara a su padre a su primera sesi贸n de quimio. No ser铆a una copa disfrutada y celebrada con una deliciosa tapa, sino un mero ansiol铆tico, m谩s saludable y alegre que un diazepam.
Pas贸 la tarde como pudo, llorando, haci茅ndose la fuerte, meditando, imaginando que era otra persona especialmente capacitada para ver las cosas desde fuera, puso m煤sica y ejercit贸 las piernas y pase贸 a sus perros hasta agotarse para no maquinar. Y lleg贸 la noche..., se hizo una deliciosa pizza vegana casera: tomate, alcachofas, aceitunas negras, esp谩rragos, pimiento rojo, berenjena, una pizca de pimienta y extra de cebolla y or茅gano, le dio un bocado... Estaba deliciosa y, sin embargo, se le volvieron a saltar las l谩grimas. Hasta la fecha s贸lo hab铆a necesitado una pizza y una pel铆cula para sentir paz, ya no funcionaba. Ni siquiera funcionaba releer su vieja colecci贸n de c贸mics sobre la ni帽a inglesa y pecosa que se hizo amar durante d茅cadas con Purita Campos, en cada cumplea帽os su hermano le regalaba un buen lote de la nueva reedici贸n.
aspirar, "enterrar de forma inversa" es lo oscuro.
Esther se sent铆a una inepta por verlo tan claro desde la raz贸n pero no saber acogerlo desde el alma.
Comenzaba a escribir impulsada por los primeros minutos de alivio, como una primera dosis de cualquier arrulladora droga, sabiendo que bastaba menos de una hora para que el efecto pasara p谩gina, para que ninguna de sus palabras sirviera para atenuar nada, sino para hallar m谩s duda y excitaci贸n.
¿Escribimos para aflojar los pensamientos o para excitarlos?
Escrib铆a con la peor convicci贸n con la que se puede hacerlo; llegado "el momento m谩s temido", todo esto le sonar铆a a especulativo tru帽o, estaba convencida de que las ahora desconocidas sensaciones de la paternal ausencia la devorar铆an, tal vez acabaran hasta las ganas de escribir, tal vez por ello ahora era el momento de escribir lo que fuera, lo que fuera con tal de que pronto no fuese ya tarde.
La sala de espera de oncolog铆a es un espacio mucho m谩s vivo de lo que uno suele imaginar, no de una manera visual, desde luego, sino agudizando otros sentidos; casi se escuchan los latidos de cada coraz贸n, empe帽ados en vivir.
Puede o铆rse porque m谩s de 100 personas son capaces de crear por momentos un silencio acojonador. Pocos hablan, por supuesto no nos observamos, dimulamos como si estuvi茅ramos de paso; como si nos avergonzara el intercambio perdido de miradas, hemos fracasado en algo y eso es lo 煤nico que nos une en esa habitaci贸n.
En lo m谩s profundo de nosotros sabemos que eso no es lo que nos define, pero ah铆 te sientes demasiado peque帽o como para alcanzar cualquier profundidad, y menos una fortalecedora verdad.
Es un desfile de caretas, sillas de ruedas, pa帽uelos y pelucas en el que cada uno se protege como puede, a veces incluso con una sonrisa. Esther responde delicadamente a todas, las admira, se pregunta por qu茅 no hay nada para atraerlas.
¿Por qu茅 no hay una pantallita en un rinc贸n con fant谩stico cine mudo?, ¿por qu茅 no un poco de m煤sica? No es necesario Chimo Bayo como leyenda veneradora de la qu铆mica, pero cualquier melod铆a suave o cl谩sica no faltar铆a el respeto ni al m谩s hundido, no ofender铆a el estado del m谩s desahuciado.
Esther se levanta tras escuchar el nombre de su padre, entran y, tras unos buenos d铆as sin contestaci贸n, ella se sienta a la derecha y su padre Enrique a la izquierda, su hermano prefiere escuchar de pie.
Lo que escuchan los tres no es nada bueno, tras una exitosa operaci贸n de pulm贸n con la cirujana Patricia Mart铆nez y una desastrosa intervenci贸n de otro cirujano en el segundo tumor (suprarrenal), se ha hecho tan grande como para que la radiaci贸n no sea efectiva, directamente a quimio.
Esther se sent铆a una inepta por verlo tan claro desde la raz贸n pero no saber acogerlo desde el alma.
Comenzaba a escribir impulsada por los primeros minutos de alivio, como una primera dosis de cualquier arrulladora droga, sabiendo que bastaba menos de una hora para que el efecto pasara p谩gina, para que ninguna de sus palabras sirviera para atenuar nada, sino para hallar m谩s duda y excitaci贸n.
¿Escribimos para aflojar los pensamientos o para excitarlos?
Escrib铆a con la peor convicci贸n con la que se puede hacerlo; llegado "el momento m谩s temido", todo esto le sonar铆a a especulativo tru帽o, estaba convencida de que las ahora desconocidas sensaciones de la paternal ausencia la devorar铆an, tal vez acabaran hasta las ganas de escribir, tal vez por ello ahora era el momento de escribir lo que fuera, lo que fuera con tal de que pronto no fuese ya tarde.
La sala de espera de oncolog铆a es un espacio mucho m谩s vivo de lo que uno suele imaginar, no de una manera visual, desde luego, sino agudizando otros sentidos; casi se escuchan los latidos de cada coraz贸n, empe帽ados en vivir.
Puede o铆rse porque m谩s de 100 personas son capaces de crear por momentos un silencio acojonador. Pocos hablan, por supuesto no nos observamos, dimulamos como si estuvi茅ramos de paso; como si nos avergonzara el intercambio perdido de miradas, hemos fracasado en algo y eso es lo 煤nico que nos une en esa habitaci贸n.
En lo m谩s profundo de nosotros sabemos que eso no es lo que nos define, pero ah铆 te sientes demasiado peque帽o como para alcanzar cualquier profundidad, y menos una fortalecedora verdad.
Es un desfile de caretas, sillas de ruedas, pa帽uelos y pelucas en el que cada uno se protege como puede, a veces incluso con una sonrisa. Esther responde delicadamente a todas, las admira, se pregunta por qu茅 no hay nada para atraerlas.
¿Por qu茅 no hay una pantallita en un rinc贸n con fant谩stico cine mudo?, ¿por qu茅 no un poco de m煤sica? No es necesario Chimo Bayo como leyenda veneradora de la qu铆mica, pero cualquier melod铆a suave o cl谩sica no faltar铆a el respeto ni al m谩s hundido, no ofender铆a el estado del m谩s desahuciado.
Esther se levanta tras escuchar el nombre de su padre, entran y, tras unos buenos d铆as sin contestaci贸n, ella se sienta a la derecha y su padre Enrique a la izquierda, su hermano prefiere escuchar de pie.
Lo que escuchan los tres no es nada bueno, tras una exitosa operaci贸n de pulm贸n con la cirujana Patricia Mart铆nez y una desastrosa intervenci贸n de otro cirujano en el segundo tumor (suprarrenal), se ha hecho tan grande como para que la radiaci贸n no sea efectiva, directamente a quimio.
Esther hace un comentario seudojocoso para descongestionar la putada, su hermano Ismael le sonr铆e con los ojos m谩s tristes del mundo, Enrique no se ha enterado muy bien de la gravedad, y Doctor Mac-nothing los anima con contenida falsedad a aprovechar las dos semanas de agosto en la playa para relajarse.
Manda a Enrique a pesarse para decirle a sus hijos que el que se ha a ido a pesarse, cada minuto va a pesar menos.
Nos fue esa la frase, les escupe que se muere con cara de pl谩stico.
Las consultas son r谩pidas, un viaje astral del que Esther despierta con al menos 7´5 dudas existenciales intercambiables, una siempre es fija: ¿estuve ah铆 realmente?
Padre e hijos se van a comer fuera y a hablar de todo menos de c谩ncer, les encantar铆a que se hubiera convertido en un tema tab煤, pero hab铆an hablado ya tanto en el 煤ltimo a帽o, estaban sumidos en una preocupaci贸n y tristeza tan aburrida, que el tema hab铆a acabado siendo un tost贸n irresecable. Para poder hacerlo ameno le hab铆an puesto veinte cachondos apodos diferentes, pero ni con 茅sas.
Sin poder conducir y en su costumbre de no pedir favores, en su psic贸tica autosuficiencia, Enrique cogi贸 un autob煤s y se fue a la playa casi tan contento como la casta帽uela, la copa de vino permitida por el doctor y por el sentido com煤n facilit贸 la necesaria fluidez de ese 谩nimo. La justa medida es lo que nos permite seguir avanzando con dignidad, y cualquier droga puede ser muy digna si se acierta en esa justa medida. Menos una de las m谩s dura y absurdas: el tabaco.
Esther no bebi贸 en la comida, pidi贸 un Aquarius fresquito. Estaba rota, y disfrutar de una buena cerveza comiendo le hubiera sabido a celebraci贸n rid铆cula. Pues era uno de sus placeres semanales, no ten铆a por qu茅 ser en finde, cualquier momento era bueno para tomarse un par de ca帽as siempre que no se convirtiera en otra vac铆a costumbre diaria.
Esa comida no era un buen momento para relajarse, necesitaba procesar de manera consciente el peligro para poder ser luego fuerte, la evasi贸n por la evasi贸n era despreciable.
Se reserv贸 el buen trago, tal vez tuviera que tomarlo para evitar la ansiedad cuando acompa帽ara a su padre a su primera sesi贸n de quimio. No ser铆a una copa disfrutada y celebrada con una deliciosa tapa, sino un mero ansiol铆tico, m谩s saludable y alegre que un diazepam.
Pas贸 la tarde como pudo, llorando, haci茅ndose la fuerte, meditando, imaginando que era otra persona especialmente capacitada para ver las cosas desde fuera, puso m煤sica y ejercit贸 las piernas y pase贸 a sus perros hasta agotarse para no maquinar. Y lleg贸 la noche..., se hizo una deliciosa pizza vegana casera: tomate, alcachofas, aceitunas negras, esp谩rragos, pimiento rojo, berenjena, una pizca de pimienta y extra de cebolla y or茅gano, le dio un bocado... Estaba deliciosa y, sin embargo, se le volvieron a saltar las l谩grimas. Hasta la fecha s贸lo hab铆a necesitado una pizza y una pel铆cula para sentir paz, ya no funcionaba. Ni siquiera funcionaba releer su vieja colecci贸n de c贸mics sobre la ni帽a inglesa y pecosa que se hizo amar durante d茅cadas con Purita Campos, en cada cumplea帽os su hermano le regalaba un buen lote de la nueva reedici贸n.
La sencilla desconexi贸n era un timo, y una invasi贸n de informaci贸n aprovech贸 el momento bajo para recordarle aquella publicaci贸n que hab铆a le铆do de un especialista: las gl谩ndulas suprarrenales son lugares frecuentes en las met谩stasis de c谩ncer de pulm贸n, por lo que es aconsejable la adrenalectom铆a a la vez que la extirpaci贸n del tumor primario.
La aturdida Esther ten铆a mucha informaci贸n acerca de lo que podr铆a haberse evitado, pero no dejaba de ser una ignorante que no conoc铆a nada acerca de c贸mo se establecen los protocolos, c贸mo se consigue una evoluci贸n y mejora de ellos y qui茅n tiene autoridad para sentar precedentes en un hospital o en una comunidad determinada. En cualquier caso ten铆a que aceptar un hecho: la adrenalectom铆a se intent贸 tarde.
Consulta, resultados, publicaciones cient铆ficas en la red, estudios superpuestos, expectativas de vida familiar rojasocurascasinegras, el d铆a hab铆a sido muy duro, apost贸 a que no podr铆a dormir.
A煤n le quedaba un trozo de pizza con el que zapear... Zas!! canal correcto, peliculoide a la vista! Ni m谩s ni menos que "Agosto", vaya capsul贸n, guantazo de dureza paralela, t煤 y yo nos acoplaremos y ver谩s c贸mo duermo casi a pie suelto, le sugiri贸 a la pantalla.
Y as铆 fue... Meryl Streep, Julia Roberts, Ewan McGregor, Chris Cooper, Juliette Lewis...
El c谩ncer y otros se铆smos en una familia disfuncional, el despliegue del enloquecido dolor, pero tambi茅n un despliegue de fuerza que no hay en las familias "normales".
All铆 est谩n todos los que han de estar, queri茅ndose y odi谩ndose, ara帽ando el sentido m谩s cruel de la cercan铆a; reclamando todos su parte, no sabemos de qu茅 exactamente, pero todos queremos nuestra parte, aunque sea de una pizza. Pero no me robes ni mi tiempo ni mi parte. Todo en nosotros versa sobre el tiempo, t煤 no estuviste aqu铆 cuando te necesit茅, t煤 estabas en otra parte, y esa parte tambi茅n es m铆a, todo versa sobre la posesi贸n y el miedo a perder ese trozo. Perder nuestra parte es s贸lo cuesti贸n de tiempo, el que no tenemos ni idea de gestionar. Nos obsesionamos con los d铆as, los meses y los a帽os que quedan de nuestro lado, de nuestra parte, simplemente para respirar algo m谩s tranquilos, sin nada extraordinario que hacer con tanto aire.
La aturdida Esther ten铆a mucha informaci贸n acerca de lo que podr铆a haberse evitado, pero no dejaba de ser una ignorante que no conoc铆a nada acerca de c贸mo se establecen los protocolos, c贸mo se consigue una evoluci贸n y mejora de ellos y qui茅n tiene autoridad para sentar precedentes en un hospital o en una comunidad determinada. En cualquier caso ten铆a que aceptar un hecho: la adrenalectom铆a se intent贸 tarde.
Consulta, resultados, publicaciones cient铆ficas en la red, estudios superpuestos, expectativas de vida familiar rojasocurascasinegras, el d铆a hab铆a sido muy duro, apost贸 a que no podr铆a dormir.
A煤n le quedaba un trozo de pizza con el que zapear... Zas!! canal correcto, peliculoide a la vista! Ni m谩s ni menos que "Agosto", vaya capsul贸n, guantazo de dureza paralela, t煤 y yo nos acoplaremos y ver谩s c贸mo duermo casi a pie suelto, le sugiri贸 a la pantalla.
Y as铆 fue... Meryl Streep, Julia Roberts, Ewan McGregor, Chris Cooper, Juliette Lewis...
El c谩ncer y otros se铆smos en una familia disfuncional, el despliegue del enloquecido dolor, pero tambi茅n un despliegue de fuerza que no hay en las familias "normales".
All铆 est谩n todos los que han de estar, queri茅ndose y odi谩ndose, ara帽ando el sentido m谩s cruel de la cercan铆a; reclamando todos su parte, no sabemos de qu茅 exactamente, pero todos queremos nuestra parte, aunque sea de una pizza. Pero no me robes ni mi tiempo ni mi parte. Todo en nosotros versa sobre el tiempo, t煤 no estuviste aqu铆 cuando te necesit茅, t煤 estabas en otra parte, y esa parte tambi茅n es m铆a, todo versa sobre la posesi贸n y el miedo a perder ese trozo. Perder nuestra parte es s贸lo cuesti贸n de tiempo, el que no tenemos ni idea de gestionar. Nos obsesionamos con los d铆as, los meses y los a帽os que quedan de nuestro lado, de nuestra parte, simplemente para respirar algo m谩s tranquilos, sin nada extraordinario que hacer con tanto aire.
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