The edge of seventeen - Kelly Fremon
Nadine es una adolescente que realmente existe más allá de su destinada película, y está muy encabronada, su propia vida le hace creer que es sólo un personaje.
Es lo primero que pienso tras hipnotizarme con una actitud en la que hasta sus propias facciones se rebelan, una cara que no se esfuerza en proyectarse hacia nada ni nadie, menos aún hacia un espectador que no debería ser testigo de su andadura maldita. Y aun así, con toda su expresividad hacia dentro, su retrato irradia más fuerza que el más estudiado de los selfies.
Ocurre cuando se tiene demasiada conciencia de uno mismo y, a la vez, te sientes invisible en el mundo exterior, crees que logras reprimir la frustración, pero tu mirada acaba concentrando y acumulando todos los gestos que preferiste no mostrar.
Y esto es casi imposible de impostar, por lo que da la sensación de que Hailee Steinfeld nos esté regalando aquí su inmaculado careto, sin maquillaje material ni argumental.
Una cara hastiada que nos causa casi tanto rechazo como el que siente hacia sí misma, una cara que es capaz de mutar hacia el polo opuesto, de embellecerse y resplandecer como parte de la ilusión que oculta y de la que necesita protegerse.
"The edge of seventeen" es el fascinante rostro de Nadine rodeado de otros muchos elementos igual de fascinantes: un argumento que se desvincula de la comedia adolescente a base de no ningunear los precoces infiernos emocionales, una alucinante fotografía de Doug Emmett e interpetaciones soberbias de la propia Hailee Steinfeld, Woody Harrelson, Kyra Sedgwick, Blake Jenner, Haley Lu Richardson, Laine MacNeil, Katie Stuar.
La ópera prima de Kelly Fremon no es el producto para y sobre adolescentes que algunos posts venden, sino un dramón de atípica diversión.
Los supuestos 17 inviernos de Nadine desaparecen, para reaparecer con la edad de cada uno de nosotros, y nosotros con la de ella; es decir, compartiendo la inmadurez que nos lleva a odiarnos, y la madurez que nos llevará finalmente a elegir a aquellos que nos amen en la máxima "explosión y exposición".
Aquella que viene dada por quienes, con su entrañable capacidad creativa, reinventarán una secuencia donde dejaremos de ser un mero personaje de nuestra vida real para convertirnos en una auténtica persona dentro de una ficción. Así de paradójico y mágico es pasar de vivir en el infierno a subirte a la noria de las paradisiacas atracciones.
Nadine descubre que servir de inspiración a un tímido artista es lo puto máximo, que tenga pasta y una piscina con mini-cataratas puede que tal vez cuente, quién sabe, eso nunca lo sabremos... Nadine es hipersensible, pero no pava, y es esa sospecha interesada la que termina dibujándola con la divertida astucia que la caracteriza desde el principio.
Pero ahora sin los recuerdos del bullying, sin el peso de la muerte cercana, sin la rabia hacia su espectacular hermano, sin resentimiento hacia su amiga del alma. Ahora ya, por fin, sin lágrimas.
¿Se nota mucho que ando perdidamente enamorada de este celuloide?
Es lo primero que pienso tras hipnotizarme con una actitud en la que hasta sus propias facciones se rebelan, una cara que no se esfuerza en proyectarse hacia nada ni nadie, menos aún hacia un espectador que no debería ser testigo de su andadura maldita. Y aun así, con toda su expresividad hacia dentro, su retrato irradia más fuerza que el más estudiado de los selfies.
Ocurre cuando se tiene demasiada conciencia de uno mismo y, a la vez, te sientes invisible en el mundo exterior, crees que logras reprimir la frustración, pero tu mirada acaba concentrando y acumulando todos los gestos que preferiste no mostrar.
Y esto es casi imposible de impostar, por lo que da la sensación de que Hailee Steinfeld nos esté regalando aquí su inmaculado careto, sin maquillaje material ni argumental.
Una cara hastiada que nos causa casi tanto rechazo como el que siente hacia sí misma, una cara que es capaz de mutar hacia el polo opuesto, de embellecerse y resplandecer como parte de la ilusión que oculta y de la que necesita protegerse.
"The edge of seventeen" es el fascinante rostro de Nadine rodeado de otros muchos elementos igual de fascinantes: un argumento que se desvincula de la comedia adolescente a base de no ningunear los precoces infiernos emocionales, una alucinante fotografía de Doug Emmett e interpetaciones soberbias de la propia Hailee Steinfeld, Woody Harrelson, Kyra Sedgwick, Blake Jenner, Haley Lu Richardson, Laine MacNeil, Katie Stuar.
La ópera prima de Kelly Fremon no es el producto para y sobre adolescentes que algunos posts venden, sino un dramón de atípica diversión.
Los supuestos 17 inviernos de Nadine desaparecen, para reaparecer con la edad de cada uno de nosotros, y nosotros con la de ella; es decir, compartiendo la inmadurez que nos lleva a odiarnos, y la madurez que nos llevará finalmente a elegir a aquellos que nos amen en la máxima "explosión y exposición".
Aquella que viene dada por quienes, con su entrañable capacidad creativa, reinventarán una secuencia donde dejaremos de ser un mero personaje de nuestra vida real para convertirnos en una auténtica persona dentro de una ficción. Así de paradójico y mágico es pasar de vivir en el infierno a subirte a la noria de las paradisiacas atracciones.
Nadine descubre que servir de inspiración a un tímido artista es lo puto máximo, que tenga pasta y una piscina con mini-cataratas puede que tal vez cuente, quién sabe, eso nunca lo sabremos... Nadine es hipersensible, pero no pava, y es esa sospecha interesada la que termina dibujándola con la divertida astucia que la caracteriza desde el principio.
Pero ahora sin los recuerdos del bullying, sin el peso de la muerte cercana, sin la rabia hacia su espectacular hermano, sin resentimiento hacia su amiga del alma. Ahora ya, por fin, sin lágrimas.
¿Se nota mucho que ando perdidamente enamorada de este celuloide?
Raquel Bermúdez González
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