Alanis - No hace falta ser puta
Alanis prefiere ser puta que criada, y en la película también. Así lo ha expresado fuera de la ficción, lo que le ha costado la polémica y casi la obligación de justificarse. Una prostituta descubierta es, más que cualquier otra cosa, alguien obligado a justificarse.
También el cine siente la necesidad de argumentar por qué una mujer llega hasta ahí, concederle el perdón a través de una vida sin posibilidades.
Alanis no se dibuja así, ella puede, en un escaso margen, elegir. Elige currar con su vello púbico antes que limpiar los pelos ajenos de un váter más ajeno aún. No es una vida que admirar, es una vida más, con sentido de la supervivencia, con amor hacia su conmovedor renacuajo, con ira hacia las circunstancias. Madre y peque nos ofrecen una maravillosa ternura veraz, más íntimo y estimulante que su vendido desnudo.
Esto no resulta una tapadera para desviar que Alanis tenga un asco de trabajo. Pero no sólo por ser prostituta, un asco de curro por lo mucho que se le parece a cualquier persona que se prostituya en cualquier otra ocupación.
Ni falta hace llegar a ser puta.
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