Ha Nacido Una Estrella
Te hubiera encantado, hermano. Comienza con un temazo gritado a pulmón de guitarrón.
Decías que me gustaban las películas contemplativas, los ritmos lentos por bellos que fueran te ponían nervioso. Tú siempre tirabas de acción, intriga y clásicas ochenteras. Y por supuesto pelis donde protas o secundarios vistiesen guitarras. Yo compartía al máximo esos gustos, pero tanto me gusta adentrarme en el cine que, excepto las de terror sanguinarias, disfruto de la fotografía y respiración de casi cualquier creación.
Así que cuando me tocaba elegir una, te reías y me decías aquello de a ver qué me vas a poner, no me vengas con una de tus extrañas movies «pausadas», esa broma se repetía hasta el desgaste.
El cine me ayudó tanto a relajarme, a salir de mis propios relatos, a intimar con mundos que yo también merecía o, simplemente, a sentir cómo se engrandece lo mínimo con un buen zoom cabalgando sobre un majestuoso caballito de mar..., como en ese documental que vimos poco antes de irte, ahí te pillé, vi cómo disfrutaste de esa lenta foto sobre la rápida desaparición de los arrecifes de coral, joyas de la filmoteca Murciana, ahí caíste en mis redes pausadas. No todo va a ser Rock y Metal.
Tanto bien me han hecho los latidos lentos empantallados, que intentaba que descubrieras esa templada brisa para calmar tu huracanado interior. Mi vida, cuánto he intentado protegerte del mundo acelerado y de qué poco sirvió, tu marcha me deja más perdida aún que el propio mundo del que protegerse. Paradojas del hiperrealismo que superan la ficción.
Aunque en un sueño me dijiste algo así tal que «si no hubiera sido por ti, esto hubiera sido peor.» Pero soñarte todas las noches no me sirve, ya no percibo misterios en la interpretación onírica, sólo temor al presagio.
El cine y los libros ya no me transportan a la felicidad que me erizaban el hueso, ahora sólo me distraen y evitan que piense en huir por siempre. Ahí es nada.
Me encantaba cuando una de mis películas te lograba enganchar desde el principio, me gustaba verte entusiasmado, que me hicieras preguntas sobre la filmografía de los protagonistas.
A STAR IS BORN te encantaría. Tiene la emoción sin complicación en la que confiar. La historia entera es como un solo de guitarra ejecutado con la limpieza que buscabas en la soledad de tu habitación. Estallido acústico a pelo. Buscabas depurarlo cada día mejor, el utensilio fue el sueño de tener una banda. Yo era tu único público y «me dabas pase vip» diario. Y me ponías la cabeza loca con el volumen y algunas distorsiones, pero era consciente de que yo era aforo, y que encontrabas el sentido de la vida a través de ese reservado en el que se colaban nuestros animales y la felicidad se orquestaba completa.
Sostuve el pase vip lo mejor que supe. ¿Debí escuchar aún más y más tiempo?¿Cuánto dura un ensayo eterno?¿Cuánto dura la vida de las cuerdas no afinadas con esperanza?¿Es la muerte la conversión del humano en divina estrella para brillar con una libertad imposible en la tierra?
Hermano, los protagonistas de HA NACIDO UNA ESTRELLA son todo lo libres que no pueden ser, genuinos y directos en su pureza, son el relato desesperanzador de lo vital y lo letal, de cómo la música te eleva a los picos más encendidos del amor, y de qué forma después de alcanzar el amor, éste puede prender, sin hacer casi ruido, la muerte.
Ellos te emocionarían para seguir con tu ensayo eterno. Porque, cariño, esto que hemos venido a hacer aquí no es más que una simulación, no había nada que temer mientras que la música y el amor siguieran sonando alto.
Yo nunca podré dedicarte una última canción espectacular como Lady Gaga, ni a ti te recordarán miles de personas como una torturada y talentosa leyenda del rock. Pero yo cada día lucho para seguir en pie, para que la música y el amor suenen más fuerte que la tentación de traspasar otras puertas. LAS PUERTAS, que me quieren convencer de que mi relato, mi historia, mi pésimo argumento llegó a su fin.
Te quiero mucho, Samuel, sigue ensayando hasta hacerme fuerte, sigue tocando aunque sólo yo te escuche.
Yo seguiré recordando todos los conciertos a los que fuimos juntos, desde aquel 2007 viendo a los DOORS con Ian Astbury a Madonna en Valencia. Recordaré esas sensaciones de creer que envejeceríamos juntos rodeados de bafles, animales, personajes de la noche y acordes maravillosos. Todo lo vivido nos hizo creer que el dejar de contar el uno con el otro no era una posibilidad, sino sólo un pegadizo himno electrónico que tantas veces bailamos. «Es Imposible, no puede ser».
Decías que me gustaban las películas contemplativas, los ritmos lentos por bellos que fueran te ponían nervioso. Tú siempre tirabas de acción, intriga y clásicas ochenteras. Y por supuesto pelis donde protas o secundarios vistiesen guitarras. Yo compartía al máximo esos gustos, pero tanto me gusta adentrarme en el cine que, excepto las de terror sanguinarias, disfruto de la fotografía y respiración de casi cualquier creación.
Así que cuando me tocaba elegir una, te reías y me decías aquello de a ver qué me vas a poner, no me vengas con una de tus extrañas movies «pausadas», esa broma se repetía hasta el desgaste.
El cine me ayudó tanto a relajarme, a salir de mis propios relatos, a intimar con mundos que yo también merecía o, simplemente, a sentir cómo se engrandece lo mínimo con un buen zoom cabalgando sobre un majestuoso caballito de mar..., como en ese documental que vimos poco antes de irte, ahí te pillé, vi cómo disfrutaste de esa lenta foto sobre la rápida desaparición de los arrecifes de coral, joyas de la filmoteca Murciana, ahí caíste en mis redes pausadas. No todo va a ser Rock y Metal.
Tanto bien me han hecho los latidos lentos empantallados, que intentaba que descubrieras esa templada brisa para calmar tu huracanado interior. Mi vida, cuánto he intentado protegerte del mundo acelerado y de qué poco sirvió, tu marcha me deja más perdida aún que el propio mundo del que protegerse. Paradojas del hiperrealismo que superan la ficción.
Aunque en un sueño me dijiste algo así tal que «si no hubiera sido por ti, esto hubiera sido peor.» Pero soñarte todas las noches no me sirve, ya no percibo misterios en la interpretación onírica, sólo temor al presagio.
El cine y los libros ya no me transportan a la felicidad que me erizaban el hueso, ahora sólo me distraen y evitan que piense en huir por siempre. Ahí es nada.
Me encantaba cuando una de mis películas te lograba enganchar desde el principio, me gustaba verte entusiasmado, que me hicieras preguntas sobre la filmografía de los protagonistas.
A STAR IS BORN te encantaría. Tiene la emoción sin complicación en la que confiar. La historia entera es como un solo de guitarra ejecutado con la limpieza que buscabas en la soledad de tu habitación. Estallido acústico a pelo. Buscabas depurarlo cada día mejor, el utensilio fue el sueño de tener una banda. Yo era tu único público y «me dabas pase vip» diario. Y me ponías la cabeza loca con el volumen y algunas distorsiones, pero era consciente de que yo era aforo, y que encontrabas el sentido de la vida a través de ese reservado en el que se colaban nuestros animales y la felicidad se orquestaba completa.
Sostuve el pase vip lo mejor que supe. ¿Debí escuchar aún más y más tiempo?¿Cuánto dura un ensayo eterno?¿Cuánto dura la vida de las cuerdas no afinadas con esperanza?¿Es la muerte la conversión del humano en divina estrella para brillar con una libertad imposible en la tierra?
Hermano, los protagonistas de HA NACIDO UNA ESTRELLA son todo lo libres que no pueden ser, genuinos y directos en su pureza, son el relato desesperanzador de lo vital y lo letal, de cómo la música te eleva a los picos más encendidos del amor, y de qué forma después de alcanzar el amor, éste puede prender, sin hacer casi ruido, la muerte.
Ellos te emocionarían para seguir con tu ensayo eterno. Porque, cariño, esto que hemos venido a hacer aquí no es más que una simulación, no había nada que temer mientras que la música y el amor siguieran sonando alto.
Yo nunca podré dedicarte una última canción espectacular como Lady Gaga, ni a ti te recordarán miles de personas como una torturada y talentosa leyenda del rock. Pero yo cada día lucho para seguir en pie, para que la música y el amor suenen más fuerte que la tentación de traspasar otras puertas. LAS PUERTAS, que me quieren convencer de que mi relato, mi historia, mi pésimo argumento llegó a su fin.
Te quiero mucho, Samuel, sigue ensayando hasta hacerme fuerte, sigue tocando aunque sólo yo te escuche.
Yo seguiré recordando todos los conciertos a los que fuimos juntos, desde aquel 2007 viendo a los DOORS con Ian Astbury a Madonna en Valencia. Recordaré esas sensaciones de creer que envejeceríamos juntos rodeados de bafles, animales, personajes de la noche y acordes maravillosos. Todo lo vivido nos hizo creer que el dejar de contar el uno con el otro no era una posibilidad, sino sólo un pegadizo himno electrónico que tantas veces bailamos. «Es Imposible, no puede ser».
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