Mi cumpleaños confitado 2020 - Raquel Bermúdez G.

Mañana cumplo años. Lo voy a celebrar, sobre todo, en mi cabeza, que es donde mejor se celebra. 
Voy a imaginar a lo grande, como siempre hice por mucho que las galaxias no se cansen de declararme insólitas guerras. Ya hemos hablado de la falsa complicidad del universo, de la universal mentira mejor vendida: piensa luminosamente y con luz saldrán los planes. No.
No hay pócimas fosforito para el caos y sus marionetas, nuestras cuerdas duran lo que dura una casualidad.

No quiere decir que ser catastrofista sea lo justo, si hay que imponerse al mundo al revés, qué mejor que reír, fantasear y hacer del amor algo viral.
Porque en el fondo es lo que toda alma sana desea por cabrona que aparente. Por mucho que nos enfrentemos, por distintos que sean los ideales (ahora especialmente), nos sabe a gloria cuando un consagrado gilipollas publica algo, de repente, que nos emociona, le regalamos un corazón electrónico y pensamos, madre mía si yo a este zoquete en verdad le tengo cariño.
Y sentimos que el zoquete no es tanto como creíamos, o que somos nosotros los que tenemos la capacidad de llegar a afectuosas intuiciones que derriten enfoques anteriores, por muy acertados que éstos sean.
En cualquier caso significa lo mismo, estamos más que preparados para volver a sentirnos bien con el gesto más sencillo.
Y aunque esta situación indique lo contrario, en realidad los tiempos no dejaron de ser duros donde no quisimos mirar, donde ojalá ahora miremos. 
Para muchos valientes se acerca un tiempo de abrazo de conciencia, un revolcón de compasión, otro tipo de propagación virulenta. 
No es ninguna inocencia, sé que he sobrevivido de casualidad. 
Lo celebro como quiero 👅





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