SAN JUAN - SALUD, AMISTAD Y CUENTOS
Cerca del mar mejor, pero cualquier espacio, por árido que sea, puede empaparse de emociones líquidas si vibran sin desesperación, angustia, celo y envidia.
Otros dirían que sin rabia. Pero una dosis de rabia-sabia de vez en cuando evita dormirse en los laureles.
Laurel, para limpiar lo que somos y lo que vemos. Romero, velas naturales, sal, piedras, roca, sí..., pero por encima de todo, mucha, mucha fe en ti.
Y no se traduce en escribirlo, ni en susurrarlo, orarlo, gritarlo..., ni en quemar nada. La simbología del decorado solo se te adhiere si te sientes adherido, a lo que amas ser. Y nunca se consigue porque siempre se está en camino... En la paradoja está la diversión. Así que aflojemos ese esfuerzo de significarnos ridículamente en cada detalle como si estuviéramos a punto de mear meta. La importancia de los detalles precisa no parlotear ni miccionar su delicadeza.
Gocemos lo anecdóticamente logrado sin destacarnos, un gozo interior que te haga más bailar y descojonar que contabilizar.
Relatemos nuestros descubrimientos más como un cuento que como documento.
Dejemos lo explícito y destacable para la tragedia y la injusticia, un espacio inabarcable y sagrado.
Intensificar, medir y exponer la hazaña es un concurso hacia la locura, ese que convierte todo, hasta la amistad, en un cenutrio campeonato.
Feliz San Juan, feliz etapa de encontronazos con quienes no te roben el espacio y tiempo que necesitas para hornear, a tu ritmo, tu cuento.
Otros dirían que sin rabia. Pero una dosis de rabia-sabia de vez en cuando evita dormirse en los laureles.
Laurel, para limpiar lo que somos y lo que vemos. Romero, velas naturales, sal, piedras, roca, sí..., pero por encima de todo, mucha, mucha fe en ti.
Y no se traduce en escribirlo, ni en susurrarlo, orarlo, gritarlo..., ni en quemar nada. La simbología del decorado solo se te adhiere si te sientes adherido, a lo que amas ser. Y nunca se consigue porque siempre se está en camino... En la paradoja está la diversión. Así que aflojemos ese esfuerzo de significarnos ridículamente en cada detalle como si estuviéramos a punto de mear meta. La importancia de los detalles precisa no parlotear ni miccionar su delicadeza.
Gocemos lo anecdóticamente logrado sin destacarnos, un gozo interior que te haga más bailar y descojonar que contabilizar.
Relatemos nuestros descubrimientos más como un cuento que como documento.
Dejemos lo explícito y destacable para la tragedia y la injusticia, un espacio inabarcable y sagrado.
Intensificar, medir y exponer la hazaña es un concurso hacia la locura, ese que convierte todo, hasta la amistad, en un cenutrio campeonato.
Feliz San Juan, feliz etapa de encontronazos con quienes no te roben el espacio y tiempo que necesitas para hornear, a tu ritmo, tu cuento.
Mucha salud frente a cualquier fuego.
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